miércoles, 5 de junio de 2013

Soldado, soldado de la pluma. Parte 1.

Y entonces, el soldado llego al castillo, vio el foso repleto de horribles reptiles, el temible dragón que coronaba el castillo amenazante y las oscuras nuves, presagio de desventura, que danzaban a su alrederdor. Dejó su espada en el suelo. Giro la cabeza y se dijo a sí mismo "Tampoco es para tanto".

Y ahí comienza la aventura del soldado de la pluma. Un soldado que no fue soldado por valorar demasiado su vida. Un soldado que cuando se pusieron las cosas cuesta arriba decidió dar media vuelta, marcharse y no volver a su andanza. Un soldado con una espada de cartón, un escudo de mentiras y un caballo que por su existencialismo, decidió dejar de cabalgar y marchar en un viaje ascético para no volver.

Tras este episodio, no mucho tiempo pudo ostentar su título. La orden acabó enterándose de su cobardía y se elimino de sus filas sin opción a mucho debate.

Aquello afecto terriblemente al soldado, ¿qué es un soldado sin ejercito? Sus deudas aumentaban y, con el último de sus muebles, consiguió pagar los meses atrasados a la casera. Pero huvo que marchar y vagabundear dos noches y un día. Sería entonces cuando tendría el primer encuentro, en la plaza del pueblo, con aquel profeta.

Sus palabras eran firmes, su mirada segura y afable. Su cara consumida por el tiempo y por una vida contemplativa. Parecía creer en todo aquello que decía.

Hablaba de "verdadera libertad", hablaba de construir los propios valores. Poco más hizo falta para que todo el pueblo produjera una mofa general hacia el personaje...









No hay comentarios:

Publicar un comentario

Y si te gustó, dele al like